MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

¿Cuál es la verdadera causa de la crisis política en el país?

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La segunda administración del presidente estadounidense se inauguró con el lema “Hacer a América grande otra vez” y, desde el 20 de enero de 2025, día de su toma de posesión, amenazó con imponer aranceles del 25 % a Canadá y México a partir de febrero de este año, bajo el argumento de que la migración y el tráfico de drogas, que a su juicio se habían salido de control en ambos países, colocaban a Estados Unidos ante una emergencia nacional. 

Sin embargo, todo parece indicar que sus medidas desesperadas obedecen a que, a pesar de la guerra que sostiene con Rusia a través de Ucrania, su economía —que es una economía de guerra —no ha logrado despegar y precisa abrir otros frentes para evitar un retiro vergonzoso de su enfrentamiento con Moscú.

Es posible que la 4T se haya visto en la necesidad de ofrendarle al monstruo dos o tres cabezas pertenecientes a los círculos de poder para demostrar su voluntad de cooperar.

Por lo tanto, necesita dar resultados a la oligarquía estadounidense de manera urgente. Pero no sólo eso; Estados Unidos necesita también asegurar el control sobre México y Latinoamérica, que considera su patio trasero, para tener acceso a recursos naturales, materias primas y conservar el mercado ante los embates de China, que en este caso es el verdadero enemigo por vencer.

De esa fecha para acá, la belicosa retórica trumpiana ha ido en aumento, demostrando que la amenaza de los aranceles —que ha ido aplicando o postergando a conveniencia —sí rinde los frutos esperados; tenemos como ejemplo la extradición de 29 reos mexicanos a Estados Unidos, llevada a cabo por el gobierno federal en febrero de este año, y los millones de litros de huachicol incautados, así como la localización y destrucción, a lo largo y ancho del territorio nacional, de cientos de laboratorios para procesar las sustancias prohibidas.

Y, dado que después de eso la presión ha continuado en ascenso, es posible que la 4T se haya visto en la necesidad de ofrendarle al monstruo dos o tres cabezas pertenecientes a los círculos de poder para demostrar su voluntad de cooperar.

Raymundo Riva Palacio menciona en su columna Estrictamente Personal, publicada en El Financiero el 28 de julio, que “dos generales —uno de ellos en activo —, tres gobernadores, dos miembros del gabinete y uno de los líderes en Morena, son la última relación de nombres que quiere el gobierno de Donald Trump.

El mensaje llegó a través de un alto funcionario del gobierno mexicano que recientemente estuvo en Washington en una gira de trabajo. Los nombres no sorprendieron a quienes los conocieron, salvo en un caso, el del general en activo, que los tomó totalmente desprevenidos” y agrega: “No es la única lista que ha recibido la presidenta Claudia Sheinbaum, pero es la primera que tiene un énfasis específico sobre un perfil de sospechosos por presuntos vínculos con los cárteles…”.

A pesar de lo anterior, es poco probable que la guillotina política vaya más allá mientras pueda saciar la sed de sangre de la Casa Blanca deshaciéndose de funcionarios de menor nivel o cediendo y dando concesiones en otros ámbitos.

Por lo pronto, el diario Uno Más Uno de este 3 de agosto ha puesto en evidencia el poco patriotismo de nuestros gobernantes cuando de salvar la pelleja se trata; pues han cedido ya a las empresas estadounidenses sectores clave que anteriormente eran considerados estratégicos y reservados para el Estado mexicano. Agrega que “a través de ajustes normativos, cláusulas específicas y nuevos criterios regulatorios, el país ha abierto de manera estructural industrias como el litio, la energía —incluyendo la Comisión Federal de Electricidad (CFE) —, las telecomunicaciones, así como ramas de la agroindustria, la industria farmacéutica y la logística. La ‘soberanía energética’ que tanto ha pregonado la 4T es, pues, sólo un eslogan de campaña”.

Justo al siguiente día de la llamada telefónica del pasado 31 de julio entre la presidenta Sheinbaum y su homólogo estadounidense se ha anunciado la salida de Pablo Gómez de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) para dedicarse a impulsar una transformación estructural del sistema electoral mexicano, con énfasis en la centralización institucional, la austeridad presupuestal y la elección popular de autoridades electorales.

La pregunta es: ¿cuál es la urgencia de emprender aún más el adelgazamiento de la estructura estatal y la reducción de su presupuesto? ¿Tiene mayor urgencia acrecentar la concentración del poder que investigar las redes y cabezas del huachicol, justo cuando se están haciendo los decomisos más grandes de la historia? ¿Acaso es un requerimiento de Donald Trump, ante el gris desempeño al frente de la UIF por parte de su titular?

Ante tal situación, no hay manera de asegurar que para Washington exista un límite; el imperio está en decadencia y, en su intento de prolongar su existencia como tal, está dispuesto a todo.

En nuestros días vemos cómo vigila los movimientos de los políticos morenistas, espía cada movimiento y los exhibe como lo que son: unos incongruentes y falsos; pero también, a través de su embajador Ronald Johnson, se reúne con la derecha mexicana (13 de julio de 2025) y convoca a retomar el camino de la libertad que, aunque difícil, es necesario (y ya sabemos qué quieren decir los gringos cuando hablan de libertad).

Asimismo, amenaza con declarar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas, con la finalidad de tener, bajo la manga, un pretexto que le permita intervenirnos militarmente en el momento que se les antoje.

Ha incursionado con sus aeronaves y embarcaciones de guerra en cielo y aguas mexicanas; el último episodio fue el sucedido el pasado mes de abril, cuando obligó a unos pescadores de Chiquilá, en Quintana Roo, que pescaban mero y pargo a 128 km de la costa a alejarse de la embarcación militar extranjera, sin que el gobierno mexicano se haya pronunciado al respecto.

Si en el pasado, parapetado en su plan Rumsfeld-Cebrowsky, ha invadido países, desestabilizado regiones para colocar a gobernantes proestadounidenses, provocado golpes de Estado, “Primaveras árabes” y “revoluciones de colores” y recurrido al asesinato de líderes o candidatos con tal de apropiarse de los recursos naturales de otros países y explotarlos sin ninguna resistencia, esta vez no será la excepción.

Pero nuestros gobernantes, como ya lo estamos viendo, prefieren entregar el país antes de renunciar a sus privilegios o pisar la cárcel; los integrantes de la oposición, por su parte, conscientes como están de no tener ninguna propuesta atractiva y viable para aglutinar a las masas populares y cerrar filas en torno a un proyecto de país, prefieren servir de alcahuetes con nuestros vecinos del norte para golpear a sus adversarios en el poder.

Como siempre sucede en estos casos, no hay nada que pare la embestida de la bestia; sólo se detendrá cuando tenga enfrente a una fuerza similar o superior a la suya, y esa fuerza sólo la tiene el pueblo unido y organizado.

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