En días pasados fuimos testigos directos e indirectos de uno de los eventos más grandes e importantes que realiza el Movimiento Antorchista, el XXIV Encuentro Nacional de Teatro, mismo que tuvo sede en Tecomatlán, Puebla, cuna del antorchismo.
Este evento es, a mi juicio, trascendental por muchos factores, entre ellos que los participantes no son propiamente actores de profesión, sino que son artistas que se han forjado con esfuerzo y disciplina siendo estudiantes, maestros, comerciantes, amas de casa, obreros o profesionistas y ver la calidad que se presentó es muestra de lo que Antorcha puede lograr en el pueblo mexicano.
En Tecomatlán pudimos observar cómo el buen teatro puede llevarnos a comprender la forma de vivir de las generaciones pasadas que se desempeñaron en este y en otros medios de producción y, sobre todo, nos acerca a la lucha de clases; presente aunque no se note.
Otro factor es que los gastos corren por la misma organización; no hay un subsidio que garantice su realización, sino que nuevamente es fruto del esfuerzo económico que hacen los participantes, los equipos de trabajo de cada estado y también del apoyo que nos brindan nuestros amigos y simpatizantes por medio de las cooperaciones que aportan cuando se realizan las colectas o cuando se realizan actividades económicas. Así podríamos enumerar cada uno; sin embargo, por falta de espacio y no porque sean de menor importancia, los omitiremos y nos centraremos en estos que acabamos de mencionar.
Muchas veces se habla de que hacer cultura transforma la conciencia y educa a quien la hace y a quien la ve, pero es necesario aclarar que no toda la cultura genera ese aspecto positivo en la sociedad; por ejemplo, las películas cinematográficas, la música, el cine y el teatro donde predominan las ideas que recalcan el individualismo, la violencia, la competencia entre unos y otros, el consumismo, la drogadicción y la idea de tener poder para reprimir y controlar al resto; para que la cultura realmente cumpla estas dos funciones debe transmitir ese mensaje.
Podemos partir del hecho de que los participantes hayan dejado por unas horas sus tareas cotidianas para asistir a los ensayos durante varios meses es muestra de una superación de conciencia, pues dedican su tiempo para cultivarse de otra manera; algunos incluso lo hicieron después de una jornada laboral extenuante, pues en las puestas en escena vimos en la categoría “popular” a obreros, amas de casa y campesinos haciendo teatro, algo que no se ve en ningún otro lugar.

Realizar colectas en las carreteras y semáforos también es parte de una educación con espíritu de avanzada que no se rinde ante las adversidades; lo mismo sucedió con las actividades económicas; tener el temple de prepararse para participar y, a la par, esforzarse para conseguir los recursos económicos es muestra de un esfuerzo colectivo con conciencia elevada y una mejor comprensión de la realidad que los rodea, pues un solo individuo no podría haberlo hecho solo.
Ahora, en las obras pudimos observar cómo el buen teatro puede llevarnos a comprender la forma de vivir de las generaciones pasadas que se desempeñaron en este y en otros medios de producción y, sobre todo, nos acerca a la lucha de clases que ha estado presente aunque no se note a simple vista.
Al teatro “Aquiles Córdova Morán” llegaron grandes dramaturgos interpretados por grandes actores del pueblo y, con ello, su enseñanza también llegó. En el caso particular de Michoacán, se presentaron dos obras, ambas del dramaturgo francés Jean Anouilh; una de ellas fue “El vals de los toreros”, misma que está basada en la Francia de 1910, poco después del retiro del general Léon Saint-Pé.

“La alondra” narra la vida y el juicio de Juana de Arco y refleja la pugna por el poder, así como la forma en la que los poderosos se aprovechan del pueblo para lograr sus objetivos, pero también refleja la osadía de Juana de luchar por liberar a los franceses y su temple para conservar sus ideales hasta su muerte en la hoguera.
Es, pues, un gran ejemplo para la época en la que vuelve a estar a la orden del día el nacionalismo y la defensa de la patria. Estos son claros ejemplos del porqué el pueblo debe hacer y ver el buen teatro, ya que es un arma fundamental para que haya un crecimiento integral y una comprensión más elevada del entorno.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario