Resulta altamente preocupante que algunos gobernantes de nuestro país miren y se conduzcan con total indiferencia ante los distintos acontecimientos que ocurren en su entorno de responsabilidad y que, lejos de resolverlos, con su comportamiento se conviertan en cómplices de los hechos que ocurren, por ejemplo, en el estado de Oaxaca, uno de los más pobres del país, donde al menos 58 de cada 100 habitantes vive algún grado de pobreza, según el Informe Anual sobre la Situación de Pobreza y Rezago Social 2025 de la Secretaría de Bienestar federal.
La pobreza gana terreno lacerando la vida de jóvenes cuya única oportunidad de continuar su educación media superior y superior son los albergues estudiantiles como el “Juan Manuel Celis Ponce” y “Villas de Monte Albán”.
En este estado, que ocupa el segundo lugar en pobreza porque el 58.4 % de su población la padece y el 20.2 % vive en pobreza extrema, donde el ingreso mensual promedio apenas alcanza los 6 mil 341 pesos y el rezago educativo es de 20.1 %, ocurren hechos graves que atentan contra el estado de derecho y marcan un precedente para quienes detentan el poder.
El 23 de enero de 2025, un grupo de porros golpeó y desalojó violentamente a los estudiantes del Albergue Cultural y Estudiantil “Villas de Monte Albán”, hechos que, a pesar de quedar registrados en videos, siguen pendientes de hacer justicia.
Posteriormente, el 26 de abril del presente año, en el municipio de Miahuatlán de Porfirio Díaz, el presidente municipal César Figueroa Jiménez ordenó a la policía municipal allanar y despojar violentamente del inmueble constituido como albergue estudiantil “Juan Manuel Celis Ponce” a estudiantes humildes que lo habitaban. Esto, a pesar de existir un contrato de comodato expedido por las autoridades municipales anteriores, no se respetó, dejando en total desamparo a los sencillos estudiantes que lo habitaban.
Y para concluir estos episodios de barbarie y autoritarismo, el 5 de agosto, amparándose en las sombras de la noche —como suelen hacer los delincuentes—, un grupo de choque de la agencia de policía de San Martín Mexicapan, perteneciente al municipio de Oaxaca de Juárez, fuertemente armado y encapuchado, allanó por segunda ocasión el Albergue Cultural y Estudiantil “Villas de Monte Albán”, ocupado por estudiantes de escasos recursos económicos que lo utilizan para vivir y hacer posible su derecho a la educación, y además robó y saqueó una tienda de abarrotes perteneciente al Movimiento Antorchista.
Este último hecho se dio luego de que los estudiantes organizados en la Federación Nacional de Estudiantes Rafael Ramírez (FNERRR) anunciaran que retomarían su lucha para exigir que el presidente municipal de Miahuatlán, César Figueroa Jiménez, restituya a los estudiantes las instalaciones que les fueron arrebatadas.
Estos son los graves acontecimientos que están ocurriendo en un estado marcado por la pobreza extrema, gobernado por el morenista Salomón Jara Cruz, quien hasta el momento no ha querido intervenir para detener los atropellos de que han sido objeto los estudiantes y ahora los antorchistas.
El día de ayer, en la capital oaxaqueña, una comisión encabezada por integrantes de la Dirección Nacional del Movimiento Antorchista y de la Directiva Nacional de la FNERRR dio a conocer en rueda de prensa la persecución y despojo en contra de las casas de estudiantes que proporcionan alojamiento y comida a jóvenes humildes.
Posteriormente, acudieron a palacio de gobierno con la finalidad de reunirse con el titular del Ejecutivo estatal, para solicitar su intervención y que ponga un alto a la persecución y represión denunciadas; sin embargo, lo único que encontraron fueron policías y puertas cerradas, por lo que anunciaron el aumento en cantidad y energía de las movilizaciones en el estado y a nivel nacional, hasta encontrar respuesta positiva.
Es lamentable lo que está ocurriendo en Oaxaca. La indiferencia que asumen las autoridades estatales ante esta problemática demuestra un solapamiento y protección a los agresores. En lugar de preocuparse por la seguridad, la vida y el apoyo a la juventud de escasos recursos económicos para que pueda educarse, exhiben su desconexión con la realidad de miles de oaxaqueños que, día a día, enfrentan carencias graves en salud, alimentación, educación y servicios básicos.
Mientras el rezago educativo, según datos actuales del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), se incrementa en la entidad al pasar de 29.1 % a 30.5 %, quienes ostentan el poder en Oaxaca, como el presidente municipal de Miahuatlán, se ensañan con los más indefensos.
La pobreza gana terreno lacerando la vida de jóvenes cuya única oportunidad de continuar su educación media superior y superior son los albergues estudiantiles como el “Juan Manuel Celis Ponce” y “Villas de Monte Albán”, que fueron impulsados y gestionados por la FNERRR en coordinación con el Movimiento Antorchista Nacional.
El licenciado Salomón Jara Cruz haría bien en detener la escalada de agresiones en contra de los albergues estudiantiles en su estado, que tanto bien proporcionan a los estudiantes humildes, porque la educación es herramienta fundamental para la transformación y liberación social que tanta falta hace a los oaxaqueños.
La educación debe dejar de ser un privilegio y convertirse verdaderamente en un derecho de todos. Por el contexto de desigualdad histórica que se vive en Oaxaca, cada gesto de falta de voluntad política y opulencia agrava la distancia entre el poder y la ciudadanía que, cansada, exige congruencia y resultados a sus gobernantes.
En este contexto, los antorchistas yucatecos, al igual que todos los demás del país, enviamos a los estudiantes oaxaqueños nuestro respaldo y solidaridad, convencidos de que solamente la unidad con nuestros iguales hará posible un cambio verdadero en nuestra patria, tan castigada por la pobreza, aunque las cifras oficiales digan lo contrario.
México necesita de una nueva clase social en el poder y, para eso, el pueblo debe unirse, politizarse y luchar para que de manera orgánica pueda realizarse el cambio económico, político y social que beneficie a todos sus ciudadanos. Adelante, jóvenes fenerianos, el antorchismo nacional respalda su lucha justa.
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