Desde hace bastante tiempo, México, se ha distinguido a nivel internacional como un país donde la represión estudiantil es permanente, con persecuciones, crímenes y diversas agresiones, que jamás han sido frenados, donde además existe sobrada impunidad sin que se castigue a los responsables.
Las y los jóvenes de esta patria siguen siendo utilizados como carne de cañón por parte del gobierno federal, los adopta únicamente en los discursos pero jamás esclarece los delitos que se cometen en contra de ellos, al contrario se protege a los agresores, tal como ha sucedido desde la noche de Tlatelolco, el jueves de corpus o “halconazo”, hasta Ayotzinapa y otros.
Aún se recuerda la época en que comenzaron a surgir las llamadas “prepas populares”, en las que se detenía a los jóvenes estudiantes que las promovían, acusados de delitos contra la Nación, encarcelándolos después de haber sido golpeados, provocando casos como el del alumno Lázaro que antes de lanzarse al vacío envuelto en una bandera que rezaba ¡prepa popular! Lanzó una frase lapidaria… “Maldito aquel que traicione la sangre derramada”.
Actualmente, en México parece que esa situación no debe cambiar, ni con la llegada de una Cuarta Transformación que encabezada por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), se ha dedicado a prometer esclarecer todas las agresiones en contra de los estudiantes del país, pero que a la fecha no ha podido o no ha querido hacerlo.
De acuerdo al reportaje de Carmela Domínguez Isidora bajo el encabezado de: “Exigimos que se detenga la represión contra estudiantes en Oaxaca”, se revive en todo México el enorme dolor que en las familias causan aquellos que agreden a los estudiantes y que gozan de inexplicable impunidad.
Así nos comenta la periodista; “La noche del 5 de agosto de este año, un grupo de veinte sujetos encapuchados, fuertemente armados con cuchillos y armas de fuego de grueso calibre, se movilizó en camionetas todoterreno para atacar, por segunda ocasión, a estudiantes que viven en el Albergue Cultural y Estudiantil “Villas de Monte Albán”, un espacio que es hogar para jóvenes humildes que estudian y que, en vez de pagar rentas impagables, encuentran ahí un techo y la oportunidad de prepararse.
De 2018 a la fecha, Oaxaca es el estado donde más se agrede, se desaparece y se asesina a luchadores sociales y a periodistas; hay 58 activistas asesinados y seis desaparecidos en tan sólo unos años.
Estos sujetos no sólo atacaron a los estudiantes: también saquearon y destrozaron una pequeña tienda de abarrotes que pertenece al Movimiento Antorchista, un negocio modesto, sostenido con el esfuerzo colectivo de los compañeros y que sirve para apoyar actividades comunitarias.
Como se ha denunciado en diferentes ocasiones, este ataque no es el único; el primero fue el 23 de enero de 2025, cuando, con un grupo de porros, desalojaron violentamente a los estudiantes del mismo albergue. Las agresiones quedaron grabadas en video; se ve claramente quién golpea, quién agrede, quién comete los delitos, pero la justicia, esa que debería estar del lado del pueblo, prefirió mirar hacia otro lado.
El 26 de abril, policías municipales, bajo las órdenes directas del presidente municipal de Miahuatlán, César Figueroa Jiménez, también desalojaron ilegalmente a los jóvenes del Albergue Estudiantil “Juan Manuel Celis Ponce”, rompiendo un contrato de comodato perfectamente legal. No les importó el derecho, no les importó la ley; lo único que les importó fue dejar a decenas de estudiantes humildes en el desamparo.
El ataque del 5 de agosto, casualmente, ocurre horas después de que la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios “Rafael Ramírez” y el Movimiento Antorchista lanzaran un boletín anunciando que retomarían las protestas ante el fracaso de los diálogos con el gobierno del estado oaxaqueño. ¿Coincidencia? No lo creemos. Es notable que la respuesta de las autoridades no fué abrir las puertas al diálogo, sino abrir las puertas a la violencia y al terror.
Cabe resaltar que, en los tres casos de ataques, la Policía municipal estuvo presente y no hizo nada, revelando la complicidad de las autoridades, quienes han permitido y amparado los actos; por lo tanto, calificamos estos hechos como una vil persecución política, una represión dirigida desde las esferas del poder.
Lo anterior demuestra que, en Oaxaca, en pleno 2025, pensar diferente, organizarse y luchar por los derechos más elementales se ha convertido en un delito. Cito esta nota de la organización Servicios para una Educación Alternativa, “Educa”, que ha documentado que, de 2018 a la fecha, Oaxaca es el estado donde más se agrede, se desaparece y se asesina a luchadores sociales y a periodistas; hay 58 activistas asesinados y seis desaparecidos en tan solo unos años. Esa es la triste y dura realidad de los oaxaqueños que luchan.
Los estudiantes de la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios “Rafael Ramírez” y los militantes del Movimiento Antorchista son jóvenes y trabajadores que han decidido no resignarse, que han decidido unirse, estudiar, organizarse y luchar por una vida mejor, y precisamente por eso los atacan: porque el poder le teme a un pueblo que piensa, que se educa, que se organiza.
Por eso, los antorchistas morelenses levantamos la voz, fuerte y clara: ¡no están solos, compañeros oaxaqueños! Enviamos nuestra solidaridad combativa. El dolor de ustedes es el nuestro, la lucha de ustedes es también la nuestra”.
Hasta aquí lo que comenta la comunicadora, por lo que paso a comentar que miles de artistas que integran varias decenas de grupos culturales se sumarán en todo el país mediante eventos el próximo sábado 30 de agosto para denunciar así, que se detenga la persecución y represión en contra de estudiantes en Oaxaca, siendo junto con el Movimiento Antorchista Nacional la contundente protesta contra la represión estudiantil en México.
Todos los mexicanos debemos sentir en nuestros corazones el dolor que ha causado el sistemático y cobarde ataque hacia nuestros estudiantes, es momento de que alcemos la voz y condenemos de forma unánime esa situación, antes de que sea demasiado tarde y el país se quede sin buen futuro.
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