MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

¡Alto a la violencia en Gaza! II/II

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Al más puro estilo de “misión imposible”, los medios de comunicación a nivel internacional anuncian caravanas de barcos, aviones y tráileres que transportan ayuda humanitaria a la Franja de Gaza desde muy diversos puntos del globo terráqueo. Y aunque también es cierto que a la cabeza se han puesto intelectuales, artistas, activistas sociales, organizaciones no gubernamentales, etcétera, algunos de ellos, sólo lucrando con la desgracia de miles de palestinos, creo que es lo mínimo que se debe hacer para rescatar a las personas que están viviendo momentos apocalípticos, donde, de forma monstruosa, una vez más se refleja de lo que es capaz la hegemonía mundial del capitalismo, representada en primera persona por Israel, con su insaciable hambre de fuerza de trabajo, con su terrible sed de nuevos territorios, donde pueda extraer los recursos naturales que posteriormente se vuelven materia prima para el enriquecimiento de una cúpula mundial, que es la que verdaderamente gobierna en el mundo.

Hoy es la Franja de Gaza, pero mañana puede ser cualquier otro país de Latinoamérica, incluso el nuestro, si permitimos que el gran capital siga dominando el mundo.

Es urgente que el ejército mundial de trabajadores despierte y se convenza de que es necesario luchar por un mundo multipolar, donde se respeten los derechos de todos los países y se les permita vivir en paz. Lo que hoy sucede en Gaza mañana puede ser en cualquier otro país que se le antoje al gran capital, para el cual no hay fronteras ni leyes que lo detengan. 

Los amos del mundo hacen valer su poder una y otra vez ante el impávido público mundial. Sí, lo quiero señalar objetivamente. Hoy nos asusta, nos conmueve Gaza, pero no es la primera vez que ante nuestros ojos ocurren tales masacres; el mundo no debe olvidar, porque corremos el riesgo de que, al no asimilar la historia de rapiña del gran imperialismo, probablemente el siguiente país pueda ser nuestra propia patria.

Ejemplos hay muchos; no olvidemos la terrible Primavera Árabe, donde el ejército norteamericano desmanteló países como Irak, Túnez, Egipto, Yemen, Bahréin, Libia y Siria, con el supuesto argumento de que eran países con organizaciones terroristas que afectaban al mundo. Destruyeron gobiernos, destruyeron ciudades enteras, destruyeron familias, destruyeron recursos naturales y culturales, todo en nombre de la “libertad”. 

¡Qué enorme falacia! Y, en ese momento, ¿quién hizo frente a semejante atropello a la soberanía nacional de esos países? ¿Quién defendió los derechos humanos de miles de familias que se vieron destruidas por los bombardeos encabezados por la bandera de las barras y estrellas? Un silencio sepulcral enterró las escasas voces que protestaron por esos pecados de lesa humanidad.

El problema no sólo es lo que ya pasó a la historia, sino lo que viene. Hoy enfrentamos a un capitalismo avasallante que mantiene un bloqueo constante en Cuba y que amenaza a los países latinoamericanos que no se someten a su voluntad (que no es otra que apropiarse de los recursos naturales, la materia prima, la fuerza de trabajo y los medios de producción que existen en esos lugares). Estamos ante verdaderos actos inhumanos de barbarie.

Todos los países que se niegan a entregar sus riquezas hoy son catalogados como narcogobiernos. En esa línea se encuentran señalados países como Nicaragua, Venezuela y el último en ingresar en esa lista: México. Sí, amigo lector, leyó usted bien: al parecer ahora se le antoja a Estados Unidos apoderarse de los recursos naturales de nuestro país, de nuestra fuerza de trabajo, de nuestra soberanía nacional.

Recientemente, en las acusaciones de corrupción y huachicol que Estados Unidos les señala a nuestros gobernantes —empezando por los propios hijos de AMLO y por funcionarios de gobierno de muy alto nivel—, y donde, además, se señala abiertamente a los cárteles de la droga como organizaciones terroristas, está claro que, en el fondo, lo que se vislumbra es el afán de controlar nuestro país, de apoderarse de México; algo que siempre ha estado presente en la mente de la gran burguesía que gobierna a nuestro vecino del norte.

Y es cierto que hay serios errores en la conducción de este gobierno de la 4T (de los cuales en otro momento me ocuparé de comentar), pero no es excusa para que se nos quieran imponer terribles aranceles que definitivamente pegarían muy duro a la economía de los mexicanos; tampoco es válido que, amparados en la supuesta pretensión de acabar con los cárteles de la droga —hoy declarados organizaciones terroristas—, quieran implementar patrullajes sobre nuestro territorio y, si lo permitimos, apropiarse de una vez por todas de nuestras principales riquezas naturales.

Pero quiero aclarar que lo que intento aquí es informar un poco sobre las verdaderas intenciones del imperialismo, de un pequeño grupo de la gran burguesía que, en su afán por apropiarse de la riqueza mundial, sin medir consecuencias, probablemente desate una tercera guerra mundial, una guerra nuclear de la cual no escaparíamos ni escondiéndonos bajo la tierra. El riesgo es cada vez más palpable.

Hoy, la falsa izquierda mundial se escandaliza por lo que sucede en Gaza. La hipocresía burguesa, en su máxima expresión, piensa que con una despensa va a remediar los males causados a los palestinos; lo cierto es que cosas terribles nos esperan si permitimos que el gran capital siga dominando el mundo. Y aunque es cierto que hoy es la Franja de Gaza, mañana puede ser cualquier otro país de Latinoamérica, incluso el nuestro.

Creo que es tiempo de que nos preguntemos si debemos seguir permitiendo que los gobiernos imperialistas continúen apoderándose de nuevos territorios, donde el saqueo de las grandes riquezas naturales —tales como el petróleo, el oro, el uranio, el litio, las grandes reservas de agua dulce, las maderas finas, la flora y fauna propia de cada territorio— es el objetivo inmediato de la invasión en cada país.

Es una invasión que inicia generando conflictos internos, que van escalando niveles donde inmediatamente Estados Unidos se ofrece a colaborar para construir “una paz” que, la mayoría de las veces, entra a sangre y fuego. Esto que hoy sucede en la Franja de Gaza no es más que el derecho del más fuerte a pisotear al más débil.

¿Y entonces, qué nos espera a los países pobres, que nos negamos a acatar las disposiciones del imperialismo? ¿Una masacre como la de Gaza? ¿La amenaza de imponer nuevos impuestos a las mercancías que se venden en el mercado mundial? ¿Bloqueo económico, como lo han hecho con el heroico pueblo cubano? Urge una alianza mundial en contra del imperialismo; urge que todos los países se organicen para dar la batalla por la sobrevivencia de su pueblo. ¡Proletarios de todos los países, uníos!

Desde esta humilde tribuna, no dejaré de insistir: ¡Alto al genocidio en la Franja de Gaza!

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