La mañana transcurría con aparente normalidad en el Palacio Legislativo de Tlaxcala. Funcionarios entraban por sus puertas, uno que otro caminaba aprisa. Las calles, como siempre, eran recorridas por el trajín cotidiano: combis tocando el claxon, comerciantes abriendo sus negocios, transeúntes indiferentes. Nadie imaginaba que esa mañana, en el corazón de la capital tlaxcalteca, algo distinto estaba por suceder.
Estudiantes y trabajadores tlaxcaltecas levantamos la cabeza y, con firmeza, gritamos: ¡alto al genocidio en Gaza! Esta matanza no sólo hiere a Palestina: vulnera a la humanidad.
Estudiantes de distintas escuelas, adheridas al Movimiento Antorchista, habían sido convocados a una cita con la historia.
El Palacio Legislativo, monumental e imponente, observaba el paso del tiempo mientras cientos de personas comenzaban a llegar. Eran poco más de las 10:00 de la mañana cuando comenzaron a acercarse los primeros transportes, cargados no solo de jóvenes, sino de convicción, coraje y esperanza. Eran estudiantes conscientes, decididos, que se habían dado cita para alzar la voz y exigir: ¡Alto al genocidio en Palestina!
Mientras contemplaban el centro de la ciudad, sus ojos reflejaban decisión. Algunos sacaban sus cartulinas con mensajes de protesta; otros, entre risas y bromas, se tomaban una selfie frente a la emblemática arquitectura. La energía era intensa, contagiosa. Se reunieron frente al parque “Benito Juárez”, que se volvió testigo silente del arribo constante de personas. A las 10:30 en punto, la organización comenzó: los contingentes se formaban, las pancartas se alzaban, las voces se afinaban.
Los medios de comunicación llegaron, cámaras en alto, ansiosos por capturar cada ángulo. Se escuchaban clics de cámaras, transmisiones en vivo, preguntas rápidas. Todos querían cubrir el mismo momento, el instante en que Tlaxcala se unía al grito global por Palestina. Entre estudiantes, trabajadores, comerciantes y amas de casa, se preparaba el inicio de una marcha que resonaría en todo el estado.
Y entonces comenzó.
Las voces se unieron en una sola:
¡Palestina libre! ¡Palestina libre! ¡Palestina libre!
Los reporteros más inquietos se acercaron a la dirigente de la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios “Rafael Ramírez” (FNERRR), quien con firmeza declaró:
“Como FNERRR pedimos un alto al genocidio en Gaza. Esta marcha es un grito de protesta ante la atroz matanza en la Franja de Gaza.”
Los estudiantes encabezaron la marcha con la bandera de Palestina en alto. Detrás de ellos, jóvenes fenerianas sostenían con valentía pancartas que denunciaban la barbarie:
“Free Palestine”, “¡Alto al genocidio!”, “Justicia para el pueblo palestino”,
“Más de 10 mil mujeres asesinadas”,
“Que el dolor de otros no nos sea ajeno”,
“Hay que guardar silencio cuando los niños duermen, no cuando se matan”.
Y cerrando filas, como si protegieran a los jóvenes revolucionarios, se unían madres, padres, comerciantes, trabajadores. El pueblo en movimiento.
Las calles fueron testigos del paso firme de los manifestantes. Peatones y transportistas se detenían, grababan, preguntaban, aplaudían. En cada consigna retumbaba la dignidad:
¡Palestina libre! ¡Los niños de Gaza no se matan!
Finalmente, el contingente llegó frente al Palacio Legislativo. Su grandeza arquitectónica se vio opacada por la fuerza moral que se levantó frente a él. Los jóvenes, con el alma en la mano, comenzaron a tomar el micrófono, uno a uno.
“Esto no es una guerra, es un ataque al pueblo palestino. Pedimos a las autoridades que se sumen a este grito, que también se alza en el resto del país.”
La líder estudiantil tomó el micrófono. Su voz penetró los muros:
“Hoy alzamos la voz. Estudiantes y trabajadores tlaxcaltecas levantamos la cabeza y, con firmeza, gritamos: ¡Alto al genocidio en Gaza! Esta matanza no solo hiere a Palestina: vulnera a la humanidad. La FNERRR busca despertar conciencias, fomentar compromiso social. Creemos que la juventud debe volver a creer en la revolución. Y cuando decimos revolución, hablamos de un cambio profundo, real, en el sistema.”
Los maestros que acompañaban a los jóvenes también tomaron la palabra, pidiendo que los diputados locales se pronunciaran en contra del Estado de Israel y su política de muerte, impulsada por intereses mezquinos que solo dañan al mundo.
Y en un momento culminante, el dirigente estatal del Movimiento Antorchista en Tlaxcala alzó la voz:
“No podemos quedarnos callados. Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica. Denunciamos también que las políticas de nuestro país y del estado están mal. No hay estrategias que beneficien al pueblo trabajador. Lo que sufren nuestros hermanos de Gaza no es algo lejano: ese genocidio, impulsado y financiado por los yanquis, podría reflejar nuestro futuro si no nos organizamos y luchamos.”
Su discurso terminó con un llamado firme: que los diputados locales se manifestaran contra la masacre que ha cobrado miles de vidas inocentes, entre ellas las de niños, mujeres embarazadas, ancianos y familias enteras.
También denunció la inseguridad que aqueja a México, los aranceles impuestos por Estados Unidos, y el sufrimiento global que genera el imperialismo encabezado por Estados Unidos y la OTAN.
“Este acto es revolucionario y profundamente humano. Rechazamos el sufrimiento de nuestros hermanos palestinos. Su dolor también es nuestro.”
Y así, entre aplausos, lágrimas y voces unidas, la jornada cerró con un último grito, potente, cargado de esperanza y rebeldía.
¡PALESTINA LIBRE!
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