El informe de los primeros once meses de gobierno de la presidenta Sheinbaum fue un discurso sin fondo, en el que se retrata un país fantástico que no corresponde con la realidad que vivimos la inmensa mayoría de los mexicanos. Fue más un acto de propaganda que un verdadero informe sobre la situación que guarda la nación.
La concentración de la riqueza sigue a todo galope en nuestro país; están como ejemplo el crecimiento escandaloso de las fortunas de los más ricos. Carlos Slim pasó de tener en 2018 una fortuna de 50 mil millones de dólares a 94 mil 200 millones de dólares.
Dijo la presidenta que del 2018 a 2024 en México 13.5 millones de personas salieron de la pobreza, pasando del 41 % al 29.5 % de la población. Nada más alejado de la realidad según el economista y profesor investigador del Colegio de México Julio Boltvinik, quien criticó los datos del Inegi, que fueron los que presentó con bombo y platillo la mandataria en su discurso, al denunciar que los datos oficiales minimizan la pobreza al moldearse a conveniencia política; sintetizó con una frase lapidaria los datos del Inegi: “las mediciones de pobreza que hacía el Coneval eran un cuento de hadas para niños. Y ya dimos un paso adelante, ahora son un cuento de hadas para niños tontos, porque ni los niños normales se tragan el cuento de hadas que nos quieren endilgar; es una mentira gigantesca”.
Estos datos son irreales porque significaría que únicamente menos de la tercera parte de los mexicanos somos pobres y esto implicaría que más del 60 % de los ciudadanos tienen satisfechas las necesidades básicas como la vivienda digna, acceso a la seguridad social y a la salud, tienen agua entubada y sistema de drenaje, además de niveles educativos muy altos, y eso no es así, porque sin crecimiento económico, como sucede en México, resulta imposible.
La presidenta también resaltó que el modelo neoliberal está muerto y enterrado, porque era un sistema que concentraba la riqueza y no la distribuía, profundizando de esta manera la pobreza y la desigualdad, situación ya superada en las administraciones morenistas. También en esta aseveración la realidad tiene otros datos: el neoliberalismo se caracteriza por la propuesta del libre mercado, del libre movimiento de mercancías en el mundo sin restricciones, con el menor porcentaje de impuestos para las empresas, cuidando siempre las ganancias de los dueños del capital.
En nuestro país esta situación está vigente; la muestra más evidente es el Tratado Comercial con Estados Unidos y Canadá, así como la resistencia de AMLO y Sheinbaum a incrementar los impuestos a los grandes capitales y, para no incomodarlos, los gobiernos morenistas prefirieron contraer deuda pública por casi 8 billones de pesos en los siete años de sus administraciones. Neoliberalismo puro.
La concentración de la riqueza sigue a todo galope en nuestro país. Están como ejemplo el crecimiento escandaloso de las fortunas de los más ricos: Carlos Slim pasó de tener en el 2018 una fortuna de 50 mil millones de dólares a 94 mil 200 millones de dólares, casi la duplicó en el sexenio de AMLO; Germán Larrea, en el mismo periodo, pasó de 4 mil 100 millones de dólares a 37 mil 800 millones de dólares; Ricardo Salinas Pliego tuvo un incremento de 7 mil 100 millones de dólares a 13 mil millones de dólares.
En su informe dijo la presidenta que la corrupción está desaparecida, que ahora se gobierna con honestidad y austeridad republicana. También aquí saltan otros datos que la contradicen absolutamente: el fraude en Segalmex sin que haya un solo detenido; el huachicoleo de gasolina y diésel con más de 20 millones de litros incautados, pero sin responsables de la defraudación fiscal y, por tanto, sin detenidos.
La austeridad en el gobierno actual quedó pulverizada en el reciente periodo vacacional, en el que prominentes actores políticos del régimen quedaron exhibidos como amigos de los lujos y gastos onerosos.
Por último, la presidenta declaró que México está en la consolidación de un nuevo modelo, que garantiza la estabilidad macroeconómica, con salarios justos, programas de bienestar, fortalecimiento de la salud y la educación. Como quedó establecido más arriba, no hay un cambio de modelo económico y, por tanto, la situación de la población mexicana, en la inmensa mayoría de los aspectos, está peor que antes.
Si bien es cierto el aumento salarial en nuestro país, también lo es que resulta insuficiente para que las familias alcancen a comprar la canasta básica; sigue el desabasto de medicamentos, tenemos 44 millones de paisanos sin acceso a la salud, sólo uno de cuatro niños tiene completo el esquema de vacunación, por eso han vuelto enfermedades que tenían muchos años erradicadas, como el sarampión.
No conozco ni a un solo mexicano que haya salido de la pobreza a través de los programas del bienestar, que más bien son utilizados electoralmente; existe un rezago educativo que afecta a más de 25 millones de mexicanos y ya no hablemos del miedo en que vivimos la inmensa mayoría de los ciudadanos, a pesar de las cifras alegres del gobierno.
La presidenta vive una realidad de fantasía, distinta a la dura realidad del ciudadano de a pie que todos los días sufre para resolver los problemas básicos de su familia. Bien haría el gobierno en reconocer los graves problemas de nuestra patria, para que inicie su solución; de lo contrario, no queda duda de que lo peor está por venir.
Mientras tanto, los antorchistas seguiremos en la tarea de organización y educación de los que menos tienen, para cambiar la realidad objetiva que nos oprime y nos lacera.
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