Disminuyó la creación de empleo formal en México durante el primer semestre del año. Entre abril y mayo se perdieron 93 mil 66 empleos formales, más 46 mil 378 en junio. En los primeros seis meses de 2025, en el sector formal, se generaron 87 mil 287 nuevos empleos, un 70.42 % menos que lo reportado en el mismo lapso del año anterior.
Se trata del mayor descalabro a tasa anual para los primeros seis meses del año en un cuatrienio (en el mismo lapso de 2021, la reducción fue de 143.58 %) y el segundo año con revés en el empleo formal en periodo comparable, de acuerdo con datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
En México y en buena parte del mundo entero, el modelo económico neoliberal existente, más actual que nunca, no quiere verte morir; quiere verte “sobrevivir”, y es así como puede seguir fortaleciéndose.
Una necesidad urgente para Nuevo León y México entero es la creación de fuentes de empleo, ante la ola de obreros deportados a nuestro país, impuesta por las políticas del país vecino del norte, ante la expulsión de un mundo de trabajadores, obreros del orbe entero, y que una buena parte se queda en nuestro país con la esperanza de volver de donde los deportaron sin misericordia alguna.
Algo más que evidente son los cruceros de la metrópoli regiomontana, sobresaturados de gente que necesita de manera urgente un empleo que le proporcione en algún grado seguridad social, como es la vivienda, acceso al agua potable, drenaje sanitario, el poder acceder a la educación en todos sus niveles y recibir atención médica de forma pública, ya que la privada es altamente costosa: imposible de acceder a ella para un obrero que apenas gana para alimentarse y vestirse.
Ah, pero ahí están las tarjetas de la Cuarta Transformación (4T), como mal ejemplo para poder desarrollar fuentes de empleo que no son suficientes. Los embajadores morenistas las distribuyen como si verdaderamente operaran como la salvación mágica. Como si el recibir mil 500 o 3 mil pesos mensuales pudiera ser suficiente. Como si con este mísero dinero se pudiera corregir, enmendar años o décadas de olvido traducido en una brecha enorme de desigualdad, de inaudito e inhumano abandono de la clase trabajadora.
Y mientras tanto, los problemas sociales siguen: pobres y ricos, muchos pobres y pocos ricos. Ricos que le extraen la plusvalía al trabajador, que se convierte en acceso desigual a la alimentación sana, salud digna, educación de primer mundo, recreo benéfico, relajante, y la misma precarización del trabajo, proceso que provoca un detrimento en los derechos de los trabajadores. Los empleados precarizados carecen de estabilidad y seguridad, y sufren malas condiciones laborales.
Desafortunadamente, hoy con el gobierno de la Cuarta Transformación, cada cierto tiempo, quincena, etcétera, hay una transferencia y la gente se conforma. Y cuidado con quien se atreva a quejarse, porque le bloquean la tarjeta y, por la vía del hecho, le dicen con eso “ya no te mueres de hambre”. Pero no se trata sólo de “no morir de hambre”.
Todo lo demás que necesita el humano, ¿quién lo solventa? ¿Sólo el monto, la miseria recibida? Ni de chiste. Para desgracia de la clase trabajadora, esto adormece su conciencia, por un lado; por otro, se siente comprometida con su gobierno limosnero.
Las tarjetitas, los apoyos “directos”, sólo subyugan a la clase trabajadora para su infortunio. Mandan un mensaje enajenador, permitiendo más empoderamiento de la clase en el poder. Eternizan la lógica del favor, del asistencialismo, un anestesiante de conciencias, teniendo como consecuencia que la clase laboral no entienda cómo funciona el sistema que la explota, y lo mantiene en la miseria contenta y feliz porque llegará el día en que le toque vivir en el paraíso por todo lo que sufrió en la Tierra.
Es claro que la clase laboral no cuenta con las herramientas necesarias para politizarse y organizarse; además, no cuenta con lo elemental para educarse y aprender a leer su contexto y al mundo entero. Ya que vivimos en un mundo globalizado. Y es aquí donde la educación y politización de la gran masa de obreros no puede limitarse a lo que pasa en la escuela, en el hogar, en el trabajo, en las fábricas, etcétera. Debe estar en todas partes, en todo su contexto social y económico.
Entablar una relación con el mundo humano que lo rodea: en la cultura, el arte, el deporte, etcétera, en cada espacio disponible para transformarse en un nuevo humano, sensible y solidario. Y esta nueva educación, en gran medida, depende de la misma clase trabajadora implementarla, de nadie más. Nadie más lo va a hacer.
Cabe aclarar, como en artículos anteriores, que no decimos que no debieran existir apoyos sociales o que debieran desaparecer. La reflexión es que no se usen como sustitutos de la justicia, como mecanismos de control social, político y económico. Porque repetimos: no existe mayor trampa que la que te hace creer que ya ganaste algo, cuando en realidad solo te están administrando la miseria.
En México y en buena parte del mundo entero, el modelo económico neoliberal existente, más actual que nunca, no quiere verte morir; quiere verte “sobrevivir”, y es así como puede permanecer y seguir fortaleciéndose. Para explotar aún más. Es claro que las ayudas directas no son la solución. Se necesita de fuentes de empleo bien pagadas, donde se reparta la riqueza producida justa y equitativamente.
Librémonos de las cadenas, no nos acostumbremos a ser agradecidos como el perro que le lame la mano al amo que vive maltratándolo. Lo justo es que la riqueza que se produzca sea repartida según la necesidad de cada uno, sin excesos. Vivimos como el elefante encadenado: pudiendo ser libre, no lo hace porque así se acostumbró y no realiza el mínimo intento por liberarse. Cuidado con las costumbres, no todas son benéficas, siempre será sano cuestionar.
Para la clase burguesa, la educación que critique el modelo económico existente siempre será una amenaza, siempre se verá como peligrosa. La educación se minimiza, pudiéramos decir, a su mínima expresión. El sistema necesita, ocupa robots humanos, no seres críticos y pensantes. Indudablemente, son más difíciles de manipular. Y eso no le conviene a la clase que ostenta el poder.
Y quien puede revolucionar el modelo económico actual es el colectivo, organizado, educado y politizado. Sí, la masa obrera en acción. Claro que no es fácil, pero no imposible. Existen referencias inequívocas que dicen que un mundo mejor es posible.
El camino es largo, pero como dijo el filósofo y poeta chino Lao Tse: “el viaje más largo comienza con un primer paso”. Siempre dar el primer paso requiere de coraje, determinación y perseverancia. Puede que nos enfrentemos a fracasos y tropiezos, pero sólo aprendiendo de ellos podremos crecer y seguir adelante. Y sin duda, cada paso que demos nos acercará más a nuestra meta, nos hará más fuertes y nos enseñará valiosas lecciones. Adelante, antorchistas, hasta triunfar.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario