Hablar de justicia hoy duele, en el México contemporáneo, la palabra "justicia" ha sido secuestrada, vaciada de significado y convertida en un arma de propaganda. Es un concepto vaciado, manipulado, convertido en eslogan de campaña.
La promesa de un gobierno que llegó para “hacer la diferencia” se ha desvanecido frente a la cruda realidad: los recortes presupuestales, la desatención sistemática a los más vulnerables y la perpetuación de una desigualdad lacerante. El discurso oficial insiste en que “vamos bien”, pero los números, las carencias y el dolor popular gritan lo contrario.
Desde 2018, con la llegada de Morena al poder, se prometió un cambio de fondo, pero en lugar de ello, hemos visto un desmantelamiento progresivo de las políticas sociales.
El sector salud ha sido uno de los más golpeados: en 2025, el presupuesto para salud fue recortado en un 12.2 %, lo que se tradujo en 122 mil millones de pesos que nunca llegaron a donde debían, no hay medicamentos, no hay vacunas, no hay insumos. Solo hay retroceso.
La educación también sufre, según la OCDE, México destinó 3.6 veces menos presupuesto por alumno de primaria en comparación con otros países, mientras el gobierno presume becas y apoyos, la realidad es que el sistema educativo se ahoga en la negligencia financiera.
La vivienda, otro pilar del bienestar, recibió un recorte de más de 9 mil millones de pesos entre 2019 y 2020. ¿Dónde quedó el Estado protector?
Pero quizá el símbolo más cínico de esta administración sea el famoso “pañuelo blanco” de López Obrador, con él, se pretendió sellar el fin de la corrupción. Pero la realidad del huachicol demostró lo contrario: lejos de erradicarse, esta práctica delictiva encontró complicidad y protección en las esferas del poder.
Lo que se vendió como una “limpieza histórica” no fue más que un espectáculo mediático que desató desabasto y crisis, mientras funcionarios morenistas se enriquecían al amparo del combustible robado.
Hoy, la presidenta Claudia Sheinbaum repite el mismo mantra de que “vamos bien”, pues afirma que más de 13 millones de personas salieron de la pobreza entre 2018 y 2024.
Pero ¿qué significan estas cifras frente a los 41.9 millones que aún viven en pobreza por carencias sociales? ¿O los 44.5 millones sin acceso a la salud? ¿O los 24 millones con rezago educativo? El modelo de la Cuarta Transformación se sustenta en una narrativa de éxito que no resiste el menor análisis.
Los programas de bienestar, lejos de ser una solución estructural, funcionan como mecanismos de control clientelar, como bien señaló el economista Julio Boltvinik, el gasto se concentra en quienes votan, no en quienes más lo necesitan.
Los niños, los jóvenes y las familias en pobreza extrema siguen esperando, mientras, la obra pública brilla por su ausencia o se desvía hacia proyectos faraónicos que poco aportan al desarrollo local.
Y luego está el mito de la “inversión privada”, durante el sexenio de AMLO, la fortuna de los grandes magnates mexicanos se multiplicó: Carlos Slim, Germán Larrea y Ricardo Salinas Pliego vieron crecer su riqueza de manera obscena, en un país donde el 10 % más pobre sobrevive con 2,168 pesos al mes por persona, mientras el 10 % más rico recibe 140,998 pesos. La desigualdad no se reduce; se profundiza.
Morena no es una alternativa; es la continuidad del mismo sistema corrupto, pero con mejor retórica. Usa un lenguaje de izquierda para aplicar políticas de derecha; Habla de justicia social mientras recorta el presupuesto en salud y educación; Promete transparencia y encubre corruptelas; Ofrece cambio y entrega más de lo mismo.
Frente a este engaño colectivo, la salida no está en esperar otro ciclo electoral o confiar en otro caudillo.
La auténtica transformación solo llegará cuando la sociedad mexicana despierte de su letargo y se organice, cuando exija rendición de cuentas real, cuando los corruptos paguen sus crímenes, sean del partido que sean, y cuando dejemos de creer en símbolos huecos y promesas falsas.
México merece más que simulación, la lucha por la justicia no se gana con pañuelos blancos ni discursos grandilocuentes, se gana con conciencia, con organización y con la firme determinación de construir un país donde el bienestar no sea un privilegio de unos cuantos, sino un derecho de todos.
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