El Movimiento Antorchista Nacional celebrará este año su XXIV Encuentro Nacional de Teatro, ahora en un escenario que lleva consigo una fuerte carga simbólica: el Teatro "Aquiles Córdova Morán", ubicado en Tecomatlán, Puebla, cuna histórica del proyecto cultural y político de Antorcha. Por más de dos décadas, este evento se realizaba en el Teatro de la Paz, en San Luis Potosí, un recinto emblemático; sin embargo, el regreso a Tecomatlán no significa un retroceso, sino una reafirmación de la filosofía que ha guiado a la organización desde su nacimiento: la cultura como instrumento para educar al pueblo y convertirlo en agente de cambio social.

Y es que, para Antorcha, las bellas artes no son un lujo reservado a las élites ni un accesorio estético para adornar discursos. En su visión, el arte es un arma ideológica, una herramienta capaz de cuestionar la realidad, sacudir conciencias y mover a las masas hacia una comprensión más profunda de su papel en la sociedad. El teatro, quizá más que ninguna otra disciplina, condensa esa fuerza transformadora. Un escenario, algunos actores, luces y palabras bastan para exponer las contradicciones que viven millones, para elevarlas al clímax social y permitir que el espectador se reconozca en ellas.
El Encuentro Nacional de Teatro que organiza la Comisión Nacional Cultural del Movimiento Antorchista ha sido precisamente eso: un puente entre el arte dramático y el pueblo, un espacio donde estudiantes, amas de casa, campesinos y obreros se suben al escenario para interpretar historias que revelan la desigualdad, la injusticia, la explotación y, también, la esperanza. No es teatro para entretener; es teatro para pensar, sentir, indignarse y actuar.

La convicción de que el teatro es una forma de educación política no es nueva, a lo largo de la historia, grandes dramaturgos han utilizado sus obras como espejos críticos de su tiempo. Sus escritos siguen vigentes porque describen mecanismos de opresión que aún hoy se repiten, aunque cambien los rostros y los métodos.
Bertolt Brecht, uno de los máximos exponentes del teatro político, concibió el escenario como un laboratorio social. Obras como “Madre Coraje y sus hijos” o “La ópera de los tres centavos” muestran con crudeza los efectos de la guerra, el capitalismo y la pobreza. Otro gigante es Henrik Ibsen, cuya obra “Un enemigo del pueblo” expone el conflicto entre la verdad y los intereses económicos, un dilema que sigue vigente en México y en cualquier país donde la corrupción doblega las instituciones. Del mismo modo, en “Casa de muñecas”, Ibsen retrata el sometimiento de la mujer en una sociedad patriarcal, un tema que resuena en la lucha por la igualdad contemporánea.

El español Federico García Lorca también es un referente ineludible. “La casa de Bernarda Alba” y “Bodas de sangre” muestran la opresión social, la tradición autoritaria y la represión de los deseos individuales.
Cuando Antorcha afirma que el arte debe educar al pueblo se refiere justamente a esta tradición de pensamiento crítico. El teatro no es un pasatiempo ni una frivolidad, sino un espacio para dialogar con grandes ideas, para comprender que las injusticias no son inevitables y que la organización colectiva puede transformar la realidad.
El Teatro "Aquiles Córdova Morán", sede del encuentro, no es un auditorio más, es un símbolo del esfuerzo que miles de mexicanos han puesto para construir espacios culturales donde antes no había nada. Es una prueba concreta de que el pueblo puede y debe tener acceso a la belleza, no como adorno sino como camino hacia la liberación.

Hoy, cuando la cultura popular se ve arrasada por contenidos vacíos, por la mercantilización del arte y por el abandono gubernamental, encuentros como el que organiza Antorcha son una bocanada de aire fresco. Reúnen a cientos de jóvenes que, lejos de la frivolidad, dedican semanas a estudiar, ensayar, reflexionar y comprender que el teatro es una forma de lucha.
En tiempos de incertidumbre, violencia y desigualdad, México necesita más que nunca del arte que cuestiona, que incomoda y que moviliza. El XXIV Encuentro Nacional de Teatro antorchista demuestra que el pueblo puede crear cultura de alto nivel, cultura con propósito, cultura capaz de transformar conciencias.
Porque mientras haya un escenario donde se nombre la injusticia, mientras haya actores que encarnen la dignidad y espectadores dispuestos a mirar con honestidad su propia realidad, seguirá existiendo la posibilidad del cambio.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario