MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Doña Ambrosia: "La inmortal" y el teatro popular

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En todo el edificio del "Centro de Negocios" no existe alguien que llegue antes que ella. Acostumbrada a la disciplina que la escuela de la vida le ha dado, es muy responsable para realizar su trabajo; siempre llega con su pequeño bolso donde la mayoría de los días, en su interior, viene otra bolsita de nailon donde, esponjaditos y bien formaditos, yacen cuatro panecillos (de esos que llaman cocolitos), cada bolsita cuesta 25 pesos; pero que si te levantaste a las 4 o 5 de la mañana para ir a trabajar, haces el gran esfuerzo por comprar una, quizá ese será el desayuno y a lo mejor lo único que tu estómago recibirá hasta comer, ya por la tarde-noche, una vez que regreses a casa tras la jornada laboral.

La vida para la gente que radica en la periferia de la Ciudad de México y que tiene de milagro un empleo, -porque la CDMX es la segunda ciudad, después de Tabasco, con más desempleo-, no es sencilla; el recorrido para llegar a su trabajo es entre una y dos horas de camino; hay que salir a las 5 o 6 de la mañana y rezar porque ese día, en la "gran ciudad" no pase nada; de esas mujeres trabajadoras es doña Ambrosia, una señora bajita, morenita, pero con un carácter terco, firme, muy atenta y extremadamente noble. Desde hace varias décadas salió del lugar donde nació, del norte de Veracruz, y hoy vive en el predio llamado "El Porvenir", en la alcaldía Tláhuac.

La mañana del sábado 22 de noviembre la huella de su dedo índice no registró su entrada; los panes no llegaron y la porción de café que le correspondía se enfrío por completo en la cafetera; su escoba, el trapeador, sus dos trapos, uno que diariamente humedece para limpiar y otro para secar, se quedaron en el interior de la cubeta; la bolsa negra en la que va introduciendo la basura, tras dejar relumbrando escritorios, libreros, muebles, las escaleras y la loza de los pisos 3 y 4, hoy se quedó al lado de la cubeta, tendrá que esperar al lunes a las 6 o 7 de la mañana. 

¿Y doña Ambrosia?, alguien por ahí preguntó; mientras que alguien más, en extremo despistada, que casi siempre desayuna o come con los audífonos puestos o con el celular en la mano (hoy de ordinario ya entre la juventud digital), algo sorprendida, dijo: ¿Quién es doña Ambrosia? Más tarde se supo que la señora sí había informado, con suficiente tiempo y bien convencida, que ese día tenía que faltar, no había de otra: "el sábado no vengo, es mi presentación en teatro y no voy a venir", y efectivamente, ese día actuó en el Auditorio Valentín Campa, de la alcaldía Cuauhtémoc. Doña Ambrosia formó parte de los cinco actores que presentaron la puesta en escena “Los perros”, de la destacada escritora y periodista Elena Garro.

Así, tras ausentarse el sábado referido, ya no había retorno, tendría tan sólo siete días más para debutar en el imponente Teatro, de corte helénico, "Aquiles Córdova Morán", construido en una de las partes más altas de Tecomatlán, quizá a la misma altura que la Casa de la Cultura; ambas dos construcciones que imponen respeto a una comunidad que ha sido reconocida a nivel internacional como una de las ciudades con mejor calidad de vida del mundo por su “capacidad de transformación".

Hacia este lugar iría nuestra actriz, era la segunda ocasión que visitaba la Atenas de la Mixteca, Tecomatlán, la primera fue cuando participó en poesía coral. Sin más, por la mañana del viernes 28 de noviembre, preparó su ajuar escénico: una blusa blanca con pequeños bordados, su falda negra, una faja azul, un listón colorado para la trenza, dos pulseras extras, tres collares, los huaraches que no podían faltar y un par de enseres más; por la tarde de ese día salió de la CDMX rumbo a la Mixteca poblana; su presentación con la obra de "Los Perros", en la categoría "Popular", era la segunda en ocupar el escenario el sábado 30 de noviembre, en el día 2 de la justa teatral.

En la categoría "Popular" (donde los actores son el verdadero pueblo: obreros, campesinos, colonos, albañiles, comerciantes, etc.) estrenada en esta edición del teatro antorchista, había decenas de "Ambrosias" de Veracruz, de Puebla, de la Ciudad de México y demás entidades del país. En el reparto de su puesta en escena nuestra artista hizo el papel de "La Tía" de la adolescente Úrsula que sería raptada por Jerónimo; su firme carácter, su fuerte y clara voz mantenían en el silencio y la expectativa al público que captaba sin perder detalle la historia de la tragedia de Manuela y su hija Úrsula, en la errónea costumbre de raptar y secuestrar a mujeres en un pueblo pobre y supersticioso. 

Cada actor y cada actriz tienen sus propias historias y el teatro les recuerda vivencias de alguna etapa de su vida y eso les "facilita" interpretar sus personajes; incluso, muchos actores, como "Doña Ambro" no saben que quizá el destinó los marcó desde que nacieron; ella, por ejemplo, desconoce que "Ambrosia" deriva del vocablo griego "ambrotos" que significa "inmortal" y en esos tiempos hacía referencia al alimento o bebida de los dioses griegos que otorgaban la inmortalidad y la juventud eterna; pero, además, el término es usado para referir o describir algo delicioso o exquisito, como el teatro. ¿Coincidencia?, ¿casualidad? o ¿destino?; la vida y Antorcha le volvieron a dar la oportunidad para que ella se sintiera joven nuevamente. 

Hoy, la generación de actrices y actores de la categoría "Popular" se hace inmortal, porque el "teatro popular" que durante 24 años ha crecido y madurado forma e impacta más y prepara, con más seguridad, al pueblo mexicano para lograr un nuevo México, sin dolores, sin tristezas y sin llantos; porque el teatro que impulsa y promueve Antorcha, como dijo en su discurso el gran maestro y líder social, Aquiles Córdova Morán, va a durar 25, 50 y 100 años más, educando y haciendo que el pueblo conozca su realidad para cambiarla si no le favorece.

Por lo pronto doña Ambrosia, "La Inmortal", el lunes volverá a ser la primera en llegar a su trabajo y, no hay duda de que llevará el panecito que tomará acompañado de una buena taza de café y asegura que si otra vez le dicen: "doña Ambrosia, quiero que suba a un escenario"; sin dudarlo, feliz y contenta, responderá: "por supuesto que sí".

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