Se ha hecho viral una declaración de funcionarios del gobierno federal: “Incluso si hubiera una recesión, los hogares mexicanos ahorita tienen ahorros suficientes y su oferta de balance, por decirlo de alguna manera, está bastante fuerte para enfrentar una situación de recesión”, comentó Rodrigo Mariscal, titular de la Unidad de Planeación Económica de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), en la conferencia “México: Impulsando la competitividad de América del Norte”, organizada por el Council of Americas. Estas palabras, que dejan helado a más de uno, también causan indignación y preocupación.
Los números hablan por sí solos: casi la mitad de los mexicanos sólo tiene ahorrado lo equivalente a una quincena, y menos de una quinta parte podría enfrentar una emergencia sin afectar sus finanzas.
Asegurar esto quiere decir que, en lo más mínimo, el gobierno no sabe cómo vive una familia promedio. Estas declaraciones podrían aplicarse, tal vez, para la clase que se dice media, pero para los pobres esto es una vil grosería.
Los números hablan por sí solos. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud Financiera (Ensafi) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el 47 % de los mexicanos tiene ahorrado tan sólo lo proporcional a una quincena de su salario, el 4 % tiene ahorrado hasta tres meses de sueldo y solo el 8 % de la población tiene más de tres meses de su ingreso mensual ahorrado.
Datos de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef) muestran que solamente el 17 % de la población está preparada para hacer frente a alguna emergencia o imprevisto sin afectar sus finanzas personales.
En el caso de las mujeres, casi el 60 % tiene un ahorro menor a una quincena de ingresos; sólo el 11 % de los hombres ahorra más de tres meses de ingresos, y solo el 20 % de los jóvenes entre dieciocho y veintinueve años tiene ahorros. En promedio, una cuenta de ahorro tiene 30 mil 400 pesos.
Aunque estos datos parecieran ser ajenos a quienes alcancen a leer estas líneas, el gobierno federal —y en general los tres niveles de gobierno— no han entendido que el pueblo está sufriendo y que ya no alcanza para guardar el dinero debajo del colchón, pues hoy en día se utiliza hasta el último peso para salir al día.
Hoy, hasta el último centavo es valioso para completar las tortillas, para el pasaje, para la despensa, porque, contrario a lo que dicen los funcionarios, ya no es posible ahorrar.
Y para quien alcanza a ahorrar unos cuantos pesos, estos no bastan cuando surge algún imprevisto, como una enfermedad o un accidente. Esto recuerda cuando llegó el covid, pues miles de familias que tenían un poquito ahorrado quedaron empobrecidas o al borde de la pobreza extrema, porque esos ahorros no alcanzaron para sobrellevar la enfermedad ni para curar a sus familiares.
Ese es sólo un ejemplo de la visión que tiene el gobierno, que desde su burbuja piensa y cree que todas las cosas están bien, y considera que el salario del promedio mexicano es igual al de ellos. Estas declaraciones dejan claro que el alejamiento entre gobierno y pueblo es muy grande, y que, a pesar de lo que se diga, las cosas seguirán mal hasta que se cambie el modelo económico que impera en nuestro país, por uno que garantice una vida justa y equitativa para todos, y no sólo para algunos.
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