MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Yucatán con escasez y agua contaminada

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La crisis de agua en Yucatán es una realidad. Es una falacia que en la Península y en esta entidad haya agua suficiente, la carencia del vital líquido está llevando a que la población tenga menos oportunidad de acceder a éste, sobre todo,aquellas de bajos recursos; además, los productores carecen de recursos para costear pipas y más para la perforación de pozos de entre 100 y 150 metros de profundidad, a fin deacceder al manto freático.

 

Aunque en Yucatán hay agua, gran parte se destina a fines ajenos al consumo humano o a la producción agrícola local. 

La demanda desmedida ha provocado escasez, especialmente en comisarías de Mérida y en municipios del sur del estado. A este problema se suma la contaminación de los mantos acuíferos, causada por granjas avícolas y porcícolas, así como por el consumo excesivo de grandes empresas refresqueras, cerveceras e inmobiliarias, que carecen de regulaciones para su uso del agua. La expansión de estas industrias compromete el futuro hídrico de la región.

La Contraloría Autónoma del Agua reporta que de 1992 a 2023 se otorgaron 488 mil concesiones de agua, lo que representa una cada treinta y dos minutos. Estas cifras evidencian la gravedad del descontrol sobre este recurso vital.

Aunque en Yucatán hay agua, gran parte se destina a fines ajenos al consumo humano o a la producción agrícola local. 

La Dra. Diana Estela Sánchez Herrera, especialista en Ciencias, advirtió en 2024 que Yucatán enfrenta un riesgo severo de crisis hídrica en los próximos dos años si no se detiene la sobreexplotación. Hoy, a un año de esa advertencia, la respuesta gubernamental ha sido nula.

Ejemplo de ello es la comisaría de Sitilpech, en el municipio de Izamal, donde la población denuncia desde hace más de un año la contaminación del agua. Hay niños enfermos por consumir agua insalubre, pero ninguna autoridad ha respondido. Comunidades como Hunucmá y Homún también están en riesgo de llegar al llamado “día cero”.

El desabasto se suma a otras carencias: vivienda, empleo, servicios básicos y ahora, acceso al agua. Las ganancias de las grandes empresas prevalecen sobre la salud y bienestar de las personas. Este sistema económico beneficia sólo a unos cuantos y desplaza a los más vulnerables.

Más allá de discursos sobre regulación, urge un plan hídrico nacional que atienda el desabasto y garantice agua limpia para todos. Según expertos, en los últimos veinte años, los recursos de agua dulce en la península de Yucatán han disminuido un 59 %, y la región podría enfrentar una crisis total en quince años.

Si el pueblo no se organiza, no lucha ni exige soluciones, seguirá siendo el más afectado. La historia ha demostrado que los pobres nunca han sido prioridad de los gobiernos. Mientras unos viven con excesos, otros sobreviven con escasez.

Es hora de unirnos. Sólo con educación, organización y lucha colectiva se podrá construir una sociedad justa, donde los más pobres no sean siempre los que pierden, sino los que lideren el cambio hacia una patria digna para las futuras generaciones.

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